El 15M y el sindicalismo: Una confluencia necesaria

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La pasada huelga general fue un exito que no obstante nos obliga a pensar en los limites de esta forma de lucha y la necesidad de complementarla con otras iniciativas. Las masivas manifestaciones fueron si cabe mas significativas que la propia huelga e ilustran la creciente dificultad del sindicalismo para movilizar a los trabajadores en los centros de trabajo. Esto, unido a la emergencia del movimiento 15M y su creciente confluencia con el sindicalismo combativo, invita a reflexionar sobre los limites de las formas de lucha tradicionales y la necesidad de reinventar el sindicalismo en clave social.

Los cambios estructurales del sistema capitalista posfordista y el cambio cultural de la posmodernidad obligan a repensar las formas de lucha sindicales, tan necesarias en si mismas como necesitadas de renovacion.

El sindicalismo frente a las transformaciones del capitalismo posfordista

En cuanto a la estructura productiva, esta ha cambiado mucho desde que en el siglo XIX arraigaran los sindicatos al calor de las primeras industrias y la incipiente proletarizacion. La gran fabrica fordista como referente del capitalismo industrial del siglo XX no ha dejado de existir, pero en el contexto occidental ha perdido notable peso a raiz de las deslocalizaciones y se ha transformado profundamente. Hoy vivimos en una economia basada en el sector servicios que ha desplazado a la industria como eje motor de la economia con el mismo impetu con que esta desplazo a la agricultura y las actividades extractivas tras la revolucion industrial. Surgen nuevas fabricas ?gcognitivas?h como las plataformas de telemarketing que concentran al nuevo proletariado informacional, pero, en general, se impone el modelo de empresa red con una mano de obra dispersa y una escasa concentracion de la misma. Y es que el capitalismo ha aprendido que su fuerza era su debilidad y que las ventajas competitivas de la concentracion y la economia de escala favorecieron el surgimiento del movimiento obrero que le hizo frente.

La solidaridad y la conciencia de clase explotada brotaron del dialogo, el encuentro y la convivencia de miles de obreros en el espacio de la gran fabrica fordista. La uniformidad del proletariado y su concentracion hicieron posible el paso del descontento a la movilizacion.

Esta incidencia de la estructura productiva en la capacidad de lucha del sindicalismo es aun evidente, como muestra la ultima huelga general. No es casual que todos coincidan en el mayor seguimiento de la huelga, casi total, en el sector de la automocion, simbolo supremo del fordismo, seguido del sector industrial en general aunque especialmente en las grandes empresas y poligonos. Tampoco que precisamente en los servicios y el comercio, sectores protagonistas de la economia posfordista, la incidencia de la huelga sea mas bien escasa. El capitalismo ha aprendido a minar las bases de la resistencia.

El sector textil, pionero en la mecanizacion con la introduccion decimononica del telar a vapor, ha sido pionero tambien en su estrategia de dispersion de la produccion de modo que ha realizado un camino de ida y vuelta desde la produccion artesana descentralizada a la gran fabrica textil y de esta de nuevo a la descentralizacion productiva coordinada en red. El ejemplo de Inditex, que basa su produccion en la deslocalizacion al tercer mundo y en la red de trabajadoras formalmente autonomas y dispersas por todo el territorio gallego, es tan ilustrativo como el abandono del Poligono Hytasa en Sevilla tras la total desaparicion de su actividad textil primigenia. Los cambios en la organizacion del trabajo industrial y su aplicacion al sector terciario han dado lugar a una mano de obra cada vez mas heterogenea y segmentada. El menor tamano de las empresas disgrega la mano de obra limitando el tamano de la comunidad en los centros de trabajo; la precarizacion, la temporalidad y la constante rotacion de los trabajadores dificulta la identificacion del obrero con un grupo estable de referencia; las politicas de incentivos individuales, el ascenso por meritos o las escalas salariales diferenciadas limitan la solidaridad grupal y promueven el individualismo; la subcontratacion y el modelo de franquicias difuminan la responsabilidad empresarial; y la globalizacion sortea el marco de referencia nacional de las legislaciones sociales y laborales. Todas estas tendencias disgregan, estratifican y limitan el sentimiento de pertenencia al grupo y de solidaridad caracteristico de las comunidades obreras en las que arraigo el sindicalismo a la vez que encubren y diseminan el poder al que se enfrentan los sindicatos, cuya culminacion representa hoy la fantasmal figura de ?gel mercado?h.

De este modo, cada vez son mas difusos los contornos que definen a obreros y empresarios sin que merme lo mas minimo la existencia de explotadores y explotados. Ello explica que frente a una huelga general exitosa pero ni mucho menos historica, el pasado 29M sorprendiera la masiva afluencia a las manifestaciones. Tambien que cada vez mas la resistencia se nombre de manera difusa (la multitud, los indignados, el 99%) o que frente a la desaparicion de espacios de encuentro en los centros de trabajo Internet pase a ser el punto de reunion virtual de muchos jovenes activistas.

El movimiento 15M hace evidente la existencia de una juventud que no es que no se movilice, sino que no siempre lo hace a traves de los cauces tradicionales. La acentuada precariedad y temporalidad laboral de la juventud limita la utilidad del sindicato como herramienta de lucha. Los graves problemas de vivienda dificultan la relacion con el espacio de reproduccion cotidiano de las luchas vecinales clasicas. Solo la Universidad se mantiene como espacio propicio para el activismo juvenil pero acarrea sus limitaciones tradicionales, como la rotacion debida a la finalizacion de los estudios. La juventud busca nuevos espacios de confluencia como los centros sociales urbanos, pero, sobre todo, encuentra en Internet un agora de encuentro y participacion. Ya el movimiento por la vivienda demostro la capacidad de la Red para conectar a miles de jovenes que padeciendo el mismo problema no tenian un espacio de referencia en el que debatir y enmarcarlo colectivamente para poder dar una respuesta tambien colectiva al mismo. Algo similar ha ocurrido con el 15M. Ni la huelga general del 29 de septiembre ni el 1.o de Mayo justo anterior a las protestas lograron captar el profundo sentimiento de indignacion que se haria evidente quince dias mas tarde.

El 15M es la respuesta autoorganizada de la juventud frente a los que no quisieron (CC.OO. y UGT) y los que no supieron (CGT, CNT, SAT…) promover una movilizacion a la altura de las circunstancias. En las redes sociales la ?gjuventud sin futuro?h se autoconvoco para exigir una ?gdemocracia real?h al margen de las organizaciones clasicas de la izquierda.

El giro cultural posmoderno y las nuevas identidades militantes

Pero el exito de la cita no se debe solo a la potencialidad de las redes virtuales para suplantar los espacios de comunidad tradicionales acorralados por el posfordismo. Se debe tambien a una renovacion de los discursos e identidades capaces de aglutinar un descontento disperso en un espacio inclusivo de movilizacion. Esta renovacion, caracteristica de la cultura posmoderna, no siempre ha sido bien entendida por la izquierda tradicional y el sindicalismo. El declarado asindicalismo del movimiento 15M ha sido confundido con un antisindicalismo que el tiempo ha mostrado inexistente o marginal. Es cierto que la misma inclusividad que ha hecho posible el exito del 15M ha permitido la participacion de una minoria populista y reaccionaria que ha mostrado su animadversion, no solo hacia el sindicalismo, sino tambien hacia las reclamaciones de justicia social mas alla de una mera renovacion del sistema politico liberal. Pero la mayoria del movimiento lo que ha evitado es la identificacion con siglas politicas o sindicales que incidan en las diferencias y, a lo sumo, no siempre ha sabido distinguir entre la burocracia sindical pactista y gestionaria y los sindicatos de base, combativos y coherentes con los principios del movimiento. Incluso sabiendo diferenciarlos ha sido dificil la enunciacion publica de una critica al papel de los sindicatos mayoritarios acompanada de un respeto por el sindicalismo, ya que el discurso mediatico impone unos claroscuros dificiles de matizar.

No obstante, es evidente que desde el inicio las reivindicaciones y propuestas del movimiento han estado en linea con peticiones clasicas de la clase obrera: control de la banca, derecho a la vivienda, proteccion social, etc. Solo desde una vision reduccionista y ciertamente sectaria de la clase obrera, a veces recluida a la figura mitica del proletariado industrial, con mono azul y grasa en las manos, puede excluirse como tal a los jovenes y mayores protagonistas del 15M. El logro historico de que el hijo del obrero fuera a la Universidad no deberia suponer su exclusion de la clase obrera, y menos cuando este se enfrenta a un mercado de trabajo mucho mas precarizado y a un futuro aun mas incierto que el de la generacion anterior. El 15M es sin duda un movimiento protagonizado por trabajadores, lo que no quiere decir que se identifique con el historico movimiento obrero. Ni siquiera podemos hablar de un protagonismo adolescente o de estudiantes sino de jovenes que ya experimentan, con frustracion, con el contexto laboral (mileuristas, juventud sin futuro, precarios, sin casa…). El movimiento obrero no es mas que una articulacion peculiar de la eterna lucha de las clases populares y una parte esencial, pero no unica, de los focos de resistencia. Ya desde los sesenta movimientos como el feminismo, el ecologismo o el antimilitarismo plantean la diversidad de las luchas y la centralidad politica de cuestiones ajenas, aunque relacionadas, al mundo del trabajo. En el movimiento por la justicia global se encuentran ?gtortugas y camioneros?h, expresion con la que Naomi Kleim pretende mostrar la colaboracion entre el obrero y otras figuras militantes como la de los ecologistas. En definitiva, como afirman los zapatistas, ?glos rebeldes se buscan?h y la identidad obrera no es rechazada sino que convive con otras muchas, en contraposicion a la unidimensionalidad propia de otras epocas.

El 15M ha funcionado mas como un espacio de movilizacion que como un movimiento en si mismo y pronto ha acogido en ese espacio comun al sector de la militancia mas vinculado con lo laboral. En muchas asambleas se han creado comisiones laborales y son muchos los sindicalistas que han participado en el movimiento, aunque en linea con lo acordado lo hicieran a titulo individual. Las propias practicas del 15M han influido en el entorno del sindicalismo como muestra el modelo asambleario de la ?gmarea verde?h de profesores de ensenanza secundaria de Madrid que se ha impuesto al modelo representativo promovido especialmente por los sindicatos mayoritarios. Los profesores madrilenos, como el 15M, dejaron de lado los colores sindicales y las banderas bajo un paraguas verde mucho mas inclusivo. Algo parecido ha ocurrido con los trabajadores de la sanidad, especialmente en Cataluna, donde la lucha contra los recortes se ha vestido de azul, o con la aplicacion de la ley de dependencia en Baleares.

Desde luego el 15M se muestra inequivocamente contra el sindicalismo de gestion. A los sindicatos mayoritarios, como a los partidos mas votados, se les aplica el lema de ?gno nos representan?h. Sin embargo el movimiento ha ido confluyendo con las luchas sindicales en general y se ha ido acercando al sindicalismo combativo. Podemos recordar varias protestas sobre temas laborales protagonizadas por el 15M o en las que se ha unido al sindicalismo como la del 28 de agosto y luego el 6 de septiembre contra la reforma expres de la constitucion, la protesta contra la reforma de la negociacion colectiva o, el 10 de febrero, la primera respuesta a la reforma laboral recien aprobada. Finalmente en la huelga general del 29M el movimiento llamo a ?gtomar la huelga?h, confluyendo con el sindicalismo alternativo en los bloques criticos o manifestaciones alternativas y llamo a la huelga de consumo y de cuidados en linea con la apuesta del sindicalismo combativo.

Hacia un nuevo sindicalismo social

Tras la primera movilizacion contra la reforma constitucional del 28 de agosto, protagonizada por el 15M, el 6 de septiembre el sindicalismo pactista convoco una nueva protesta a la que miembros del 15M acudieron con una pancarta en la que se leia: ?gSindicatos, gracias por venir… tarde?h. Este lema refleja la critica del 15M hacia la pasividad de cierto sindicalismo a la vez que muestra su apertura a la colaboracion. Desde algunas comisiones se llama a explorar ?gun sindicalismo sin sindicatos?h y una pancarta en la huelga del 29M en Sevilla decia ?gen huelga a pesar de los sindicatos?h.

Aunque estas criticas se dirijan especialmente a CC.OO. y UGT, no esta de mas tomar nota de las mismas para evitar que el desprestigio ganado a pulso por ambas organizaciones contagie al sindicalismo en general. Muchos jovenes y activistas de los nuevos movimientos optan mas bien por llevar ?gel espiritu del 15M?h a los centros de trabajo. Al mismo tiempo el sindicalismo deberia salir de los centros de trabajo que a veces se limitan a las grandes empresas o la administracion donde es mas efectivo.

El exito del sindicalismo depende de su capacidad para adaptarse al nuevo sistema productivo y conectar con las nuevas identidades juveniles. De ello depende tambien el exito y consolidacion de movimientos como el 15M que tienen mucho que aprender de la capacidad organizativa de los sindicatos. Desde luego el sindicalismo libertario, organizado de forma horizontal y coordinado en red, participativo y abierto siempre a lo social y a la interseccion de las luchas esta en la mejor posicion posible para establecer el nexo de union entre el pasado y el futuro de las luchas populares.

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Fuente: http://www.cgtandalucia.org/Barricada-de-Papel-no-9rn

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